Al mirar lo que constituye “noticias falsas” y cómo se comparte en las redes sociales, hay dos tipos de información falsa a tener en cuenta: la misinformación y la desinformación. Los investigadores de la Universidad de Indiana averiguaron que estos dos tipos de información a menudo se vuelven virales porque “la sobrecarga de información y los intervalos finitos de atención de los usuarios limitan la capacidad de las redes sociales para distinguir la información en función de la calidad”.
Dado que las redes sociales son una plataforma pública, cualquiera —incluyendo medios de comunicación— puede publicar cualquier cosa sin tener que responder por la comprobación de los hechos. Son los usuarios los que deben distinguir entre misinformación y desinformación en sus feeds.
Lo que diferencia la misinformación de la desinformación es la intención de la persona u organización que la comparte. En el estudio citado anteriormente de la Universidad de Indiana, la misinformación se clasifica como “contenido falso o engañoso, incluidos bulos, teorías de conspiración, informes inventados, titulares con ciberanzuelos e incluso sátiras”. La misinformación no está intencionalmente destinada a engañar. En vez de ello, tiene como objetivo conformar o cambiar la opinión pública sobre un tema determinado.
La desinformación se puede difundir utilizando muchas de las mismas tácticas que la misinformación: bulos, ciberanzuelos, informes inventados. La desinformación se crea para engañar. El estudio de Chadwick y Vaccari concluyó que el 24,8 % de sus encuestados compartieron una noticia que pensaban que era inventada cuando la vieron o sabían que estaba exagerada.
Hay varias razones por las que las cuentas de redes sociales de la gente o incluso las cuentas comerciales podrían difundir la desinformación. Podría ser para aumentar la eficacia de su marketing en las redes sociales, impulsar su tráfico en línea, conseguir más seguidores para su página o negocio, incitar una respuesta emocional o crear una distracción.
La desinformación puede ser peligrosa en las redes sociales porque, como se mencionó anteriormente, la gran cantidad de información que hay ahí y la duración de los intervalos de atención de los lectores pueden permitir que pase desapercibida.